Palo Cortado
A través de la solera de este Palo Cortado, Antonio Espinosa de los Monteros nos transporta a aquellos tiempos de nostalgia y experiencia vivida en primera persona de la historia del caldo que hoy llamamos Palo Cortado.
Retrocediendo allá por la década de los años 70, recuerda que el mosto del año tras el prensado y fermentado en bota era marcado por el capataz como vino fino u oloroso, pero había ciertos mostos de los que dicho capataz dudaba si destinarlos a uno u otro marcando la bota con una raya.
Pasado cierto tiempo debido a la cantidad de botas que el capataz iba comprobando en la bodega, estas botas marcadas con una raya quedaban sin destino encauzado, así que mientras tanto iba produciéndose en ellas una crianza diferente al resto ya que los vinos no estaban en principio fortificados hasta llegar el momento en que si se encabezaban, desarrollando la mayor parte de su vida como crianza oxidativa.
Todo ello dio lugar a que en la bota sobre la raya que en un principio estaba puesta se cruzara otra de forma horizontal dando lugar al vino que llamamos Palo Cortado. Por eso se habla de que es un vino que parte en un principio con velo de flor y después la mayor parte de su crianza la desarrolló de forma oxidativa, consiguiendo así un vino con cuerpo de oloroso, pero a su vez con recuerdos sápidos que emulan al comienzo de crianza biológica que tuvo.
La Bodega Espinosa de los Monteros conserva en su solera ese Palo Cortado en esencia que sigue manteniendo vivo ese misterio que dió lugar a este vino. La vejez del mismo se encuentra en torno a los 60 años con una producción anual limitada de botellas.